J. y M. viven en Santo André, una ciudad del estado de São Paulo. Un día, cuando iban en el auto y se detuvieron en el semaforo de São Bernardo do Campo, ciudad vecina, y se encontraron con Raúl que vendía dulces para sustentar a su familia. Entonces decidieron detenerse a hablar y conocer un poco más sobre él. Descubrieron que Raúl es Venezolano y vino a Brasil con su esposa Keily y sus cuatro hijos para intentar reconstruir su vida aquí, pero enfrentaban muchos desafíos. Sin recursos para acudir a la policía federal y regularizar sus documentos, no pudo conseguir trabajo y la única alternativa para cubrir las necesidades de su familia en ese momento era vender dulces en la calle.
J. y M. decidieron entonces ayudar a la familia venezolana. Junto a un grupo de amigos, recaudaron una donación de alimentos y buscaron organizaciones que apoyaran a los refugiados en la región. Fue entonces que, a través de una amiga que apoya a AIRE desde sus inícios, se pusieron en contacto con nosotros. Fuimos informados de la história del grupo familiar y decidimos en AIRE contactar a Raúl y Keily. Luego fueron integrados a nuestro Proyecto Vecinos, que tiene como objetivo apoyar a refugiados que viven en la región del ABC (gran Sao Paulo) y se encuentran en situación vulnerable.
El primer paso fue regularizar su documentación brasileña y poco después, a través de nuestra red de apoyo, ¡Raúl ya consiguió trabajo! Durante el período en que ellos sean parte del proyecto, recibirán un mercado mesual, ayuda con la inscripción y consultas en el SUS (Sistema publico de salud brasileño), con la inscripción a la red de escuelas públicas para los niños y con clases de portugués.
Desde la fundación de AIRE siempre hemos creído que si nos unimos y cada uno ayudar un poco, podemos transformar vidas, como la de Raúl y Keily. Y dejamos aquí el ejemplo de J. y M., que podrían simplemente haber pasado de largo y no hacer nada. Pero la simple decisión de detenerse y ayudar trajo un nuevo comienzo a una familia que casi estaba perdiendo la esperanza de reconstruir su vida en Brasil.
Por eso, el desafío sigue siendo salir de tu zona de confort, permitirte ser empático y ayudar a alguien. También para compartir nuestro trabajo y la causa de los refugiados con las personas que conoces para que juntos podamos construir un mundo más humano.